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Tu constancia devuelve
las flores a su música,
en aquellos prados tan míos
de cemento y mármol
con lápidas de amores
que tienen
solo la fecha de nacimiento
Tu constancia
les enseña a los niños
escribir y leer
sabiendo esta vez, el qué
Colocas tu nombre
encima de lo aleatorio y
en todas las caras del dado,
te proclamas “desafío”
cuando me mandas a buscarte
un “te quiero”
a las puertas de tu Babilonia
La literatura, por tu culpa,
ahora, me parece
un crimen organizado
Ya que me dejas sin apenas saliva
para el siguiente beso,
tu constancia
rodea mis labios de pólvora
para que la siguiente mecha
sea detrás de tu lengua
Sé que tu constancia
es como un revólver
que solo te sirve
para hacerlo sonar
para reírte de mí
cuando quieres decir
que te quedas aquí
Enrique Adam